“¿Qué está ocurriendo aquí?”, preguntó.
Un soldado se aproximó al maestro y le entregó una tarjeta en la que se podía leer: “Kitagaki, el gobernador de Kioto, acaba de llegar y pide una audiencia”.
“No tengo nada de qué hablar con esta persona”, dijo el maestro.
Algunos minutos más tarde, se acercó el gobernador, pidió disculpas, realizó algunas tachaduras en la tarjeta, y se la entregó una vez más al maestro.
Ahora se leía: “Kitagaki pide una audiencia”.
“Bienvenido”, dijo el maestro zen de Tofoku.
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